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Cultura
Ya no hay realidad, la realidad se rompió durante la pandemia: Mario Mendoza
Mendoza estuvo presentando su nueva novela y el lanzamiento de la segunda película de ‘Los Iniciados: diario de las sombras’.
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Colprensa
Colprensa
Jueves, 2 de Mayo de 2024

Aunque las puertas de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) suelen abrirse a las diez de la mañana, los días en que se confirmaba que Mario Mendoza estaría en firma de libros, presentando su nueva novela o en el lanzamiento de la segunda película de ‘Los Iniciados: diario de las sombras’, las filas para su ingreso comenzaban a las seis de la mañana.


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La misión, en la que requerían paciencia y un buen abrigo para soportar las inesperadas lluvias que azotan por estos días la capital del país, era lograr un cupo entre los seiscientos asientos del auditorio principal de Corferias, donde se realizan los lanzamientos más importantes de la Filbo, o alguna de las trecientas fichas que se reparten para poder tener la anhelada firma del autor bogotano, quien suele adelantar jornadas de cuatro o cinco horas de firmas.

Además, la mayoría de los fieles seguidores del autor de novelas como ‘Satanás’ y una saga de novelas gráficas suelen llegar con más de un libro para ser firmados, como la saga completa de las novelas protagonizadas por Frank Molina, que ahora saltó al cine en las películas ‘Los Iniciados’, de Prime Video.

El fenómeno Mendoza dentro de la Filbo no es nuevo. Durante los últimos quince años sus lectores han venido en franco aumento, lo que ha obligado a los organizadores de la feria y su editorial, Planeta, a desarrollar verdaderos operativos para poder manejar tantos lectores —muy pasionales— que, cuando sale Mario Mendoza a escena, gritan y aplauden como cuando una estrella de rock o pop hace su aparición.

Pero esta edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá era una ocasión especial, con la publicación de ‘Los Vagabundos de Dios’ y su retorno al género de la novela tras cinco años desde su último libro de este género. Además, era la ocasión ideal para presentar un adelanto de ‘Los Iniciados: el diario de las sombras’, la segunda parte de la historia para cine basada en las novelas protagonizadas por Frank Molina, el personaje interpretado por Andrés Parra.

En medio de una agenda apretada, Mario Mendoza habló con Colprensa de su nuevo libro, su reencuentro con el género y la nueva película.

Mario Mendoza

Cinco años después

¿Cómo ha sido el reencuentro con el género de la novela tras cinco años?

Lo más difícil fue tener un personaje como Frank Molina durante una década, desde ‘Lady Masacre’ y hasta ‘Akelarre’. Un personaje que te acompaña tanto tiempo al final despedirse es muy doloroso, que es un duelo que te puede doler más que los duelos de la vida real.

Es vital hacer el duelo, despedirse y mirar qué se va hacer. Mi enorme ventaja fue que entré a la novela gráfica y al cómic, y ahí hice una parada estratégica, donde me renové, para tomar aire, cambiar de discurso, de tónica, de ritmo de trabajo, de todo. Eso me salvó la vida.

Saliendo de la novela gráfica y el cómic, vuelvo a la novela con otro tono y espero que los lectores se den cuenta que hay un cambio de tono entre el ciclo de Frank Molina y ‘Los vagabundos de Dios’, un cambio que está dado por mi paso por la novela gráfica y el cómic.

En ese cambio de tono, algunos lo han comparado con algunas de sus primeras novelas, como ‘La ciudad de los umbrales’...

Es interesante porque es como un ciclo que se va cerrando. Se da porque es volver a la Bogotá profunda, que es una experiencia fascinante. Yo llevaba un tiempo alejado de la hondura de la ciudad, lo que fue iluminador regresar a una ciudad como Bogotá que es tremenda. 


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¿Muy diferente la Bogotá profunda que encontró ahora, a la que visitó y plasmó en sus primeras novelas?

Me toca la ciudad de la post pandemia, ciudad muy golpeada, herida y enloquecida. Yo creo que la pandemia de alguna forma nos enloqueció a todos, y lo que ocurre en la novela es tal cual sucedió, donde el personaje, él mismo, va cayendo en el abismo, pero se va dando cuenta que todos van cayendo. Que toda la sociedad va en picada.

Ojalá que los lectores sientan algo terapéutico, que sientan que se liberan de lo que ha pasado en estos últimos años.

Fueron momentos de verdadero terror la pandemia...

No podíamos vernos, se nos murió mucha gente y no podíamos despedirnos. No había honras fúnebres, los hornos crematorios estaban a tope, funcionando las 24 horas. Era un panorama apocalíptico, siendo una ciudad más distópica de lo que creíamos.

Pero también había una pandemia dentro de la pandemia, que es la pandemia de la salud mental, que no puede estar peor, las cifras son escandalosas, se siente en todas partes, en las redes sociales, con agresividad, violencia, desesperación y hasta la depresión. Todos contra todos. Yo busco que la novela refleje eso también. 

La pandemia fue eso, nos encerraron de un día para otro, y sin saber qué hacer, y en el caso de los escritores era más de lo mismo, porque nosotros vivimos encerrados, pero una cosa es encerrarse para escribir un libro, por decisión propia, y otra es, estar encerrado por un decreto. Hay gente que aún sufre las secuelas de los encierros, algo se nos rompió, se nos fracturó para siempre.

En la novela también espero que los lectores encuentren una idea que me ronda desde entonces, y es que siento que ya no hay realidad, la realidad se rompió durante la pandemia. Antes teníamos un principio de realidad, pero eso ya no se puede, ya no sabemos, y para mí ese momento fue la toma del Capitolio de Estados Unidos por parte de los Proud Boys, quienes no dejaban de repetir ‘nosotros somos los buenos’, por lo que iban detrás de un delirio.

Hoy en día mucha gente, como ellos, se están informando en cadenas de whatsapp, teorías de la conspiración que van creando algunos cuantos, hasta que crean una realidad paralela, por lo que ya encontramos tribus que tienen determinadas realidades. 


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Por eso, en ‘Los vagabundos de Dios’, espero que la gente sienta el estallido, la atomización de una realidad que alguna vez tuvimos y que ya no existe. Hoy en día, de las cosas difíciles que existe es saber dónde informarme, porque a partir de ahí tengo un concepto de realidad determinado.

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Verdadero delirio

¿Un delirio social en crecimiento?

Las redes sociales vienen contribuyendo a ese delirio. Me parecen sumamente peligrosas, por eso ya sólo me queda una, y mi sueño es algún día poder suprimir Whatsapp. Quiero regresarme al celular viejo que no se puede conectar a Internet. Quién me necesite que me llame o me envíe un mensaje de texto. Todo para alejarme de ese delirio tan contaminante que son las redes sociales. Sería un enorme grito de libertad.

¿Qué busca con esta nueva novela?

Que la gente se identifique, que se vea retratada, que recuerde, que reflexione sobre lo que pasó, cómo la pasó. En mi caso fue terrible, la pasé bastante mal. 

A Adam, el protagonista, le presto cosas de mi propia vida y experiencias, para que encarne mejor, para que tenga más músculo, se sienta más humano. Es un alter ego, pero no le presto todo, hay cosas que me pasaron y que fueron terribles y que decidí no meter en la novela.


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¿Aprendimos en el paso por la pandemia?

Debimos haber parado para poder reflexionar sobre cómo habíamos llegado a ese punto que es una pandemia, pero no lo hicimos, no cambiamos de rumbo. La gente decía que quería volver a la ‘normalidad’, pero lo que llamaban ‘normalidad’, son ritmos de vida de exceso de trabajo, lo que no es normal, pero la gente lo consideraba así. Es un delirio querer volver a lo mismo que nos había conducido a una pandemia.

Ahora estamos de vuelta a esa llamada ‘normalidad’ que nos está conduciendo a un punto peor. Ya entramos en racionamiento de agua y seguramente tendremos racionamiento de luz, para seguir empeorando. Como en la película ‘Los Iniciados’, donde no hay agua.

¿Para dónde vamos?

Cada vez vamos a empeorar más, y socialmente también, porque hay un delirio general, donde no puedes argumentar, y una sociedad que pierde la capacidad argumentativa es una sociedad que se prepara para la guerra. Tienes todo el caldo de cultivo para un enfrentamiento de grandes dimensiones.

¿Una novela de formación?

Nos cuesta demasiado pensar que debes siempre pensar sobre tu carácter, que tienes que volver a formarte. Siempre pensamos que la tarea está hecha, soy lo que soy, pero eso no te sirve de nada, tienes que volver otra vez a educar el carácter, y la pregunta es, cómo es educar el carácter después de la pandemia, cómo volver a educarnos después de la crisis, en el delirio que estamos todos los días, cómo regreso sobre mí y me doy cuenta que debo volver a educarme internamente. Tengo que volver a hacer ejercicio conmigo mismo.

Hay que tener cuidado porque uno debe vigilarse siempre, hasta el último minuto de vida hay que mirarse de reojo, porque hay gente que cada vez se parece más a sí misma, casi como caricaturas de ellos mismos, y es gente que no aprende. 


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Lo difícil que es pedir ayuda...

Se me mueren personas muy cercanas, amigos escritores, lo que me conduce a terapia, no podía manejar todo eso solo. Yo creo que en Colombia deberíamos ir a terapia todos, porque somos nietos de personas que fueron maltratadas por la violencia, y esas personas educaron a otras personas maltratadas por la violencia que fueron nuestros padres, que nos educaron viviendo en medio de la guerra, porque el ideal del sueño del proceso de paz fue momentáneo y hemos vuelto a lo mismo.

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