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¿Qué dice?
Uno de los términos que se repite una y otra vez es el de capitalismo salvaje.
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Viernes, 2 de Octubre de 2020

Leyendo columnas de opinión y declaraciones políticas, ante los términos utilizados por quienes las emiten, que dan por sobrentendidos, a uno sólo le queda decir, ¿qué dice?

Uno que se repite una y otra vez es el de capitalismo salvaje, y la utilización de esa frase, como sucede en un país como Colombia que vive del discurso, es adaptable según quien la escriba y para explicar cualquier cosa. Empecemos por explicar que el capitalismo es una doctrina económica de creación de riqueza, donde uno de los dos grandes componentes de la producción es el capital, y el otro es el trabajo. La primera definición de salvaje vino de Marx que basó su análisis histórico de la sociedad humana en la lucha entre capital y trabajo (la famosa lucha de clases, que hoy siguen blandiendo los “progresistas”), basado en sus observaciones del inicio de la revolución industrial, cuando el trabajador industrial era explotado en condiciones inhumanas de trabajo, que fue mejorando por el propio movimiento obrero, la creación de los sindicatos y gobiernos más intervencionistas, que liquidaron el laissez-faire después de la gran depresión de 1929. El trabajo basado en competencias ganó fuerza en la medida que unos países pasaron de la economía primaria de venta de materias primas a la economía basada en la manufactura, con uso de la tecnología y técnica empresarial que logró disparar la productividad. Hoy, la economía de servicios es la gran demandante de trabajo, pero exige mayores competencias. La producción basada en el conocimiento, era en que entramos, que utiliza profesionales de alto nivel y científicos, es hoy deficitaria en mano de obra, y por eso es tan bien paga. 

Que en el siglo XX el país viva de una economía primaria basada en la venta de materias primas, y que su desarrollo de la infraestructura haya condenado a grandes regiones del país a una producción agrícola siglo XIX, no es capitalismo salvaje, es semifeudalismo salvaje. Si a una pobrísima infraestructura que hace de Colombia un país segregado, le sumamos una débil institucionalidad, con un modelo económico rentista basado en monopolios u oligopolios públicos y privados, que nos lleva a tener un sistema financiero que no es, como en los países capitalistas, el que fondea los grandes proyectos, sino que vive de márgenes brutales de colocación de crédito y “venta” de servicios, favor que pagan con compra de deuda estatal, o en no tener una política de cielos abiertos, o en restringir competencia en el sector de hidrocarburos, Colombia no es un ejemplo de capitalismo salvaje sino más bien de semifeudalismo con discurso socialistoide. 

Para otros lo salvaje es la globalización. En este caso el problema es nuestra bajísima competitividad, producto de nuestra baja productividad por tener una educación no pertinente e ideologizada, una pobre infraestructura y un modelo estatal extractivo. En concreto, somos un muy pequeño mercado a nivel mundial, que, con un estado que no impulsa la creación de riqueza, resulta en unas industrias locales sin ninguna proyección internacional; los tratados de libre comercio no nos quiebran, nos quiebra tener el modelo que tenemos. Colombia no tiene tratado de libre comercio con China, y está inundado de productos chinos.  Porque el modelo semifeudal colombiano, como cualquiera de su tipo, termina en núcleos de poder y corrupción que hacen “permeables” las fronteras.

Muchos de esos opinadores usan eso del capitalismo salvaje para “explicar” el atraso de Colombia y su inequidad, y como propuesta proponen como en Rusia, Cuba o Venezuela, pasar del feudalismo o el semifeudalismo salvaje al salvaje socialismo de producción centralizada; que es casi como querer detener la caída del pelo, cortándose la cabeza.

Sería interesante que Colombia buscará probar, como hicieron Japón, Corea del Sur o Singapur, pasar de un feudalismo salvaje a una sana democracia con una sana economía de mercado (sin capital especulador). Pasar del semifeudalismo al socialismo es una salvajada.

 

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