La obesidad, el sobrepeso y la diabetes, entre otras enfermedades, pueden surgir si desde los primeros años de vida no se tiene una alimentación saludable, y los productos ultraprocesados (PUP) tienen incidencia en estos padecimientos.
Estas patologías preocupan a los ciudadanos, pues, según un sondeo realizado este año por la Corporación Colombiana de Padres y Madres (Red PaPaz), el 94% de la población percibe que la obesidad es un problema grave en Colombia y el 99% considera que el Gobierno debe tener como prioridad la prevención de la obesidad y la diabetes.
Los productos ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos o sintetizadas de otras fuentes orgánicas, surgidos gracias a la ciencia y tecnología de los alimentos industriales.
Estos vienen listos para consumirse o para calentar y, por lo tanto, requieren poca o ninguna preparación culinaria. Tienen colorantes, aromatizantes, estabilizantes, saborizantes y una larga lista de ingredientes artificiales.
Para la periodista, escritora e investigadora argentina Soledad Barruti, quien estuvo esta semana en Bogotá para el lanzamiento en Colombia de su libro ‘Mala leche’, el marketing y la publicidad engañosa le están haciendo ganar la batalla a este tipo de alimentos.
La también autora de ‘Malcomidos’ viene denunciando el desplazamiento de los alimentos naturales por los ultraproceados, cuya situación comienza desde los primeros meses de vida del ser humano.
“Las estadísticas reflejan cómo ha caído la lactancia materna. En Colombia, en los últimos años, ha bajado de un 40% a un 30%, más o menos; lo que demuestra el éxito de un negocio que se basa en publicidad engañosa”, describió Barruti sobre la industria de las leches de fórmula.
Manifestó que los bebés vienen al mundo con su alimento, el cual está degradado por la influencia publicitaria, el marketing y el desconocimiento por parte de algunos profesionales de la salud, quienes en muchos casos recomiendan un producto antes que confiar en las mujeres y en ese vínculo madre e hijo.
¿Los niños tienen potestad para decidir qué comer?
No, en la casa debe haber los suficientes alimentos nutritivos. Según la investigadora Soledad Barruti, “si dejamos a los niños ser los tutores de su alimentación, cuando están rodeados de comestibles plagados de azúcares, comerán lo que esos alimentos proponen”.
“Hay que rodearlos de alimentos nutritivos. Los niños saben comer, la sensación de saciedad y de hambre es un instinto, uno aprende a alimentarse porque están los alimentos correctos alrededor”, explicó.
La periodista, escritora e investigadora argentina Soledad Barruti es autora de los libros ‘Mala leche’ y ‘Malcomidos’.
La periodista argentina, además, enfatizó en la necesidad de leer las etiquetas de los productos que se compran para llenar la nevera y alacena, con el fin de saber de qué están compuestos.
¿Cómo combatir el consumo de ultraprocesados?
La mejor herramienta es la creación de políticas públicas para cuidar a la población, como leyes que pongan límites a las publicidades y a la comunicación engañosa o campañas de empresas que acompañan un alimento con un juguete o premio para que a los infantes les llame la atención.
En Colombia se viene dado una pelea para que se implemente el regulado frontal de los productos. Para Red PaPaz, la falta de información en el frente de los empaques impide identificar la comida chatarra. Soledad Barruti también afirmó que las escuelas están repletas de alimentos chatarra y que las frutas deben ser parte de la lonchera, en lugar de las galletas que se adquieren en el supermercado.
“Llevar un huevo es mucho mejor que llevar un paquete. Mi libro ‘Mala leche’, editado ahora en Colombia, es una herramienta para ayudar a las personas sobre qué hacer para una alimentación balanceada. Es una herramienta de reconexión con los alimentos que hacen bien”.
Para Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red PaPaz, el país “no puede seguir dándole la espalda a la cada vez más amplia evidencia mientras alimenta el voraz apetito de las industrias de los productos ultraprocesados en detrimento de la salud de nuestros hijos”.
Por esta razón insiste en que se implementen recomendaciones presentadas por la Organización Mundial de la Salud para detener los índices de obesidad en la niñez y adolescencia: regular la publicidad de productos ultraprocesados, reglamentar los sellos frontales de advertencia en los empaques de la comida chatarra, promover entornos escolares alimentarios saludables y establecer impuestos.
Es de resaltar que en la encuesta realizada por Red PaPaz, el 98,8% de los colombianos cree que el Gobierno debe poner la salud antes de los intereses de la industria alimentaria y el 97,9% opina que el Ejecutivo debe crear una estrategia integral con acciones a corto, mediano y largo plazo para prevenir la obesidad y la diabetes.
Problemas de los Pup
Calidad nutricional muy mala. Tienen un alto contenido calórico y bajo valor nutricional. Son característicamente grasosos, salados o azucarados y bajos en fibra alimentaria, proteínas, diversos micronutrientes y otros compuestos bioactivos.
Extremadamente sabrosos y casi adictivos. Están hechos para saciar antojos, a menudo son exageradamente sabrosos y generadores de hábito. Ciertas características incorporadas pueden distorsionar los mecanismos del aparato digestivo y del cerebro que envían la señal de saciedad y controlan el apetito, lo que lleva a un consumo excesivo.
Imitan los alimentos y erróneamente son vistos como saludables. Sus formulaciones a menudo emplean tecnologías dirigidas a imitar la apariencia, forma y cualidades sensoriales de los alimentos.
Fomentan el consumo de snacks. Estos productos se venden por lo general en forma de snacks, bebidas o platos listos para comer o listos para calentar. La mayoría están diseñados y envasados para el consumo inmediato.
Se anuncian y comercializan de manera enérgica. Por lo común, son productos de marca de empresas multinacionales y otras corporaciones, que compran o producen los ingredientes industriales necesarios a un costo muy bajo y operan economías de escala. Están diseñados para ser sumamente lucrativos.
Social y ambientalmente destructivos. Pueden dañar el tejido social y cultural y la salud mental y emocional. Las comidas recién preparadas que se disfrutan en compañía de otras personas forman parte de todas las civilizaciones. Las cocinas tradicionales han evolucionado como expresiones de autonomía e identidad, son sostenibles y apoyan a los negocios locales, las economías rurales y la diversidad biológica. Todos estos beneficios se ven minados por los ultraprocesados.