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Conozca cómo educar a sus hijos sin tener que utilizar la violencia
Los golpes, los gritos, los pellizcos y la falta de comunicación son también violencia física o psicológica. 
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Colprensa
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Jueves, 9 de Mayo de 2019

La violencia contra la primera infancia se ha convertido en una situación preocupante en Colombia. Entre enero y septiembre del año 2018 el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), abrió un total de 18.617 procesos relacionados con la vulneración de los derechos de los niños, niñas y adolescentes a través de actos violentos.

Según un informe entregado por el ICBF, quienes más sufren de violencia sexual son las niñas y adolescentes mujeres con un 68 % de casos registrados. En segundo lugar, está el maltrato, de los cuales el Instituto atendió un total de 7486 casos. De ellos 5488 casos fueron por negligencia, 1573 por maltrato físico, 399 por maltrato psicológico y 26 casos por otros tipos de agresión.

Muchas de estas conductas frente a los niños radican en el tipo de enseñanza que se ofrece. Los golpes, los gritos, los pellizcos, la indiferencia, la falta de comunicación y atención son también una forma de incurrir a la violencia física o psicológica. En Bogotá se registró para el 2018 el mayor número de atenciones por violencia con 4155 casos, seguido por el Valle del Cauca (1900), Cundinamarca (1069), Atlántico (1067), Nariño (967), Córdoba (942), Antioquia (818), etc.

La violencia vinculada a la educación trae consigo problemas psicológicos, emocionales y de adaptación. Un niño educado a través de la violencia puede llegar a creer que es la única manera de relacionarse con los demás.

Por situaciones como esta, la Fundación Carvajal, desde el año 2000 lidera un proyecto coautoría de María Eugenia Carvajal, conocido como ‘Experiencia formativa de habilidades para la crianza’. Este es ofrecido a las comunidades vulnerables con el fin de brindarles las herramientas para que sus hijos sean educados a través del amor. El proyecto, que dura tres meses y medio con sesiones de 3 horas cada 8 días, ha sido una oportunidad para las mujeres cabeza de hogar en las comunidades en las que se ha desarrollado.

Así lo manifiesta la madre de familia Margaret Méndez, quien participó en el proyecto aproximadamente hace tres años.

“Educar con amor sí funciona, al saber escuchar, todo cambia. Mi familia manifiesta que he cambiado totalmente. Ahora me cuentan sus cosas, nos sentamos a comer en la mesa y ese espacio es esencial para conocer lo que le pasó al otro en el día. El proyecto me capacitó para darles una mejor crianza a mis hijos”, cuenta Margaret con agradecimiento.

Educar con amor lo ven como un reto muchos padres, porque consideran que no hay un equilibrio entre la firmeza y afecto. Sin embargo, existen diferentes maneras de expresarles afecto a los hijos, que, a la larga, van a contribuir a una muy buena relación con ellos.

Tres maneras para expresarles el afecto a los hijos:

1. Mantener contacto físico:

El contacto físico como caricias, abrazos y besos contribuyen a que el menor sienta que es querido en su entorno familiar. Cuando el niño vuelve a casa del colegio o al levantarse, es necesario que reciba este tipo de afecto para que entienda que el amor es una manera de comunicarse y relacionarse con los padres.

“Se ha demostrado que niños rodeados desde su infancia de amor y cuidado emocional positivo tienen mayores probabilidades de enfrentar las situaciones adversas, encontrar salida a las situaciones problema y evitar la depresión”, argumenta Claudia Patricia Rozo, psicóloga de preescolar del Colegio La Arboleda.

2. Dedicar tiempo de calidad:

El tiempo de calidad con un hijo es fundamental para generar un vínculo afectivo y una relación de confianza. Ayudarlo en las tareas del colegio, sentarse a ver una película sin interferencia de aparatos electrónicos, son actividades simples que, realizadas con frecuencia, tienden a hacer que el niño confíe más en sus padres.

“La relación con los cuidadores en la niñez influencia de manera significativa la percepción del niño, tanto de las relaciones que lo rodean como la imagen que construye de sí, sostenida en creencias sobre quién es, para qué sirve y qué necesita”, explica Luz Angélica Lozano, psicóloga de familia.

3. Volver de la cena un espacio familiar:

En el transcurso del día los integrantes de la familia viven muchas experiencias que, por tiempo, no comparten con los demás, lo que genera distanciamiento en el vínculo familiar. Sin embargo, volver de la cena un espacio familiar es una oportunidad para que cada uno pueda conocer sobre el otro. Se recomienda realizar esta actividad lejos de distractores como el televisor, celulares, entre otros.

Afecto y firmeza

Debido a que encontrar el equilibro entre la firmeza y el afecto es una tarea compleja, El País, a partir de opiniones de expertos como Luis Enrique Calvache, líder en metodología de la experiencia formativa habilidades de crianza y Marcela Quintero Torres, coordinadora de la Unidad de Educación, explica algunas formas para educar a un niño partiendo de un equilibrio entre estas.

1. La silla del castigo:

La silla del castigo es una buena opción para darle espacio al menor de considerar lo que acaba de hacer. Consiste en destinar una esquina de la casa con una silla, en la cual el menor sepa que ahí va a estar una cantidad determinada de tiempo (entre 10 o 15 minutos) cuando realice una mala acción. Después de que el niño se siente en la silla, el padre debe hacer caso omiso a pataletas y gritos, alejándose del lugar para que el niño tenga espacio de reflexionar sobre la razón del castigo.

2. Restricción:

Una de las maneras más efectivas para que un menor replantee su comportamiento es mediante la restricción. Cuando hay un mal comportamiento, el padre debe restringir por un tiempo algo que el menor quiera realizar. 

Por ejemplo, las salidas, el uso del celular o aparatos electrónicos, y el tiempo que iba a tener para aquellas actividades, pueden ser usados en tareas impuestas por el padre a fin de que el niño adquiera responsabilidades.

3. Diálogo:

Ya sea que se vaya a restringir al menor o que este vaya a la silla del castigo, es necesario que en los dos escenarios se busquen espacios de diálogo en el que el padre deje saber a su hijo que lo que hizo no está bien y de igual manera, el hijo debe tener el espacio para expresar lo que siente y las razones por las que actuó de esa manera.

Sobre el proyecto

Entre el año 2017 y 2018 se formaron en la experiencia habilidades de crianza 2225 padres, madres y cuidadores. 281 agentes educativos y docentes. 

Y 72 profesionales también fueron formados como facilitadores para multiplicar la experiencia.

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