Carmen* y Javier no se conocen, pero comparten una misma historia: son migrantes y desplazados. La mujer llegó al estadio General Santander con sus dos hijos, de 4 años y 6 meses. Ella tiene 20 años y llegó al Catatumbo cuando tenía 14 junto con su madre proveniente de Mérida, a nueve horas de distancia de Tibú.
Esta joven es venezolana, pero su padre es colombiano, sin embargo, nunca ha podido obtener la nacionalidad en Colombia por cuestiones de trámites.
“Yo no pude terminar mis estudios en Venezuela porque nos vinimos a Colombia y acá no pude seguir. Me puse a trabajar en la finca haciendo oficios, cocinando, raspando. Pero, ahí estábamos bien y tranquilos, hasta que empezó todo esto tan horrible”, relata con su bebé en brazos.
Carmen salió de Campo Dos con un bolso trenzado en la espalda cargando a su niña de seis meses de nacida y en la otra mano llevando al pequeño de cuatro años. Se montó en la caravana de motos que salió hacia Cúcuta y solo sabía que una vecina le dijo “váyase que allá nos refugiamos en la casa de mi abuela”.
Afirma que es la primera vez que vive algo así. “Nosotros salimos de Venezuela por la situación económica y política. Llegamos primero a Medellín, de ahí nos vinimos al Catatumbo, pero nunca pensé pasar por esta situación”.
Para ella fue muy duro ver los cuerpos de los muertos en las vías, mientras huía de Campo Dos. Ahora solo quiere que la situación en el Catatumbo se solucione, porque quiere regresar a la finca a trabajar.
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“Fue horrible ver todo eso. Nosotros salimos, pero mi mamá y mi padrastro se quedaron y los amenazaron y tuvieron que salir unos días después. Los amarraron para amedrentarlos, de verdad que la situación no está fácil. Les dieron 24 horas para dejar la finca”, agrega Carmen, mientras buscaba alguna muda de ropa pequeña para su bebé, en la plaza Las Banderas.
Quedan muchos más por evacuar
Sin embargo, todavía hay personas que permanecen con sus familias en el Catatumbo y no han podido evacuar, “estamos a la deriva, mirando donde nos meten para salir a Cúcuta”, advierte Martha*.
Para ella “es una situación triste y desoladora, yo soy de Venezuela pero llevo muchos años viviendo acá, mis hijas, nietos y esposo son de acá, fuimos casi los últimos en evacuar de la vereda”.
Desde ese entonces, la mujer ha estado en compañía de su familia en las puertas de la Alcaldía de Tibú, lugar en el que le han brindado apoyo y un poco de comida para ella y sus seres queridos.
De acuerdo con su testimonio, la mayoría de personas ya salieron de las veredas en las cuales se desató el conflicto armado entre los grupos armados ilegales.