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Editorial
Una ciudad menos enemiga
Hay que comenzar a construir la Cúcuta que todos queremos, y que en nada se parece a la que no diseñamos pero nos toca sufrir cada día.
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Martes, 28 de Mayo de 2019

Cúcuta es una ciudad hostil para todos. Cada calle, cada andén, cada rincón es un enemigo para quienes los recorren. Es esta una urbe de añadidos, lejos del plan mínimo sobre el que debe construirse, por tramos caótica e inverosímil, y, por lo mismo, generadora de riesgos permanentes.

Claro que nada de lo anterior es definitivo. Siempre hay oportunidad para minimizar los peligros, para disminuir la hostilidad de calles mal trazadas y peor mantenidas, de andenes hechos de cualquier modo, de parques sin sentido (¿tiene alguno el Lineal?), de edificaciones dueñas del espacio público…

Por estos días surgió la idea de arreglar los andenes de 38 cuadras céntricas y adecuarlos a las necesidades de los peatones. Este es al menos el objetivo que se trazó el Municipio y que intentarán cumplir durante las próximas semanas. Que lo logre está por verse, en especial si cualquiera piensa en lo que los contratistas han previsto para sectores como el cruce de la avenida 5 con calle 16, o el de la avenida 4 con calle 18.

No queda duda alguna de que los andenes de muchas calles, no solo céntricas y principales, necesitan ser modificados y adecuados a las necesidades de todos los peatones, no solo de quienes pueden ver, ni de los propietarios de las edificaciones.

Adecuar las aceras implica no solo reconstruirlas, sino señalizarlas y dotarlas de todas las facilidades para los usuarios, que somos todos, pero, en especial, para quienes soportan deficiencias físicas, para los niños y para los viejos. No basta con rellenar los enormes huecos y desperfectos que tienen todas, sino que es necesario homogenizar los materiales y uniformar la superficie, además de instalarle baldosas especiales, para quienes se guían con bastón.

Es un proyecto interesante, que puede ser exitoso si se ejecuta son seriedad y responsabilidad, que se deberá llevar adelante por encima de los intereses de los dueños de edificaciones, a quienes habrá que convencer del principio según el cual por sobre todo interés particular está el interés general, el de la sociedad entera, y esto de modificar y adecuar los andenes nos interesa a todos los cucuteños. A todos.

Se trata, en todo caso, de una idea que busca hacer de Cúcuta una ciudad no tanto más amiga, como menos enemiga de sus ciudadanos, una urbe más fácil y amable, que en vez de generarles riesgos, les brinde más oportunidades de poder ir y venir, de disfrutar todos los espacios públicos, de aprovechar los parques y, en fin, de sentir que están en el ambiente que siempre han deseado.

Ojalá este sea el sentido del proyecto municipal. No cabe otra consideración. Y ojalá los constructores se sometan a la letra del contrato y los interventores sean lo que deben ser: celosos vigilantes de los recursos del Estado, exigentes veedores de que cada letra de lo contratado se cumpla. Ojalá.

No solo los andenes requieren de intervención profunda, también las calles, algunas ya en intervención, que deben dejar de ser esa especie de caminos de herradura que parecen buen parte de ellas. Al fin de cuentas, para ello se pagan impuestos y bastantes según reportes de quienes son estudiosos del tema. Hay que comenzar, por fin, a construir la Cúcuta que todos queremos, y que en nada se parece a la que no diseñamos pero nos toca sufrir cada día.

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