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Editorial
No pudieron con la salud de los maestros
Lo alarmante es que el Gobierno Nacional sí tenía conocimiento de que el desorden y las fallas eran las únicas bases para desarrollar el cambio de sistema.
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Jueves, 23 de Mayo de 2024

Unos audios confirmaron la improvisación y el descontrol del nuevo régimen de salud del magisterio en Colombia que cuenta con 910.000 afiliados y quienes desde el primero de mayo han visto en riesgo la atención, el suministro de medicamentos y la prestación de servicios de mediana y alta complejidad.

Lo alarmante es que el Gobierno Nacional sí tenía conocimiento de que el desorden y las fallas eran las únicas bases para desarrollar el cambio de sistema, como lo confirma la grabación del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, y el presidente de la Fiduprevisora, Mauricio Marín.

A la Procuraduría le corresponde intervenir y adelantar las acciones disciplinarias correspondientes, porque es muy grave que un ministro afirme que en el caso de los medicamentos “se la paga la droga y apenas pase la factura, (se le dice) ‘no, señor, a ese precio no; el precio es este’ y así se arregla después cuando se venga la auditoría”.

De hacerse esto, podría haber un engaño de las entidades gubernamentales a las IPS sobre el precio real que les pagarían por la compra de las medicinas. Por el desespero de mostrar resultados y de hacer ver como un modelo perfecto a un cascarón lleno de problemas, que un alto funcionario del Estado induzca a llevarse por delante las normas, significa que no existió planeación para desarrollar semejante transformación.

Como se ha dicho, todo apunta a que los profesores oficiales y sus familias se convirtieron en ‘conejillos de indias’ en la estructuración de un nuevo esquema para prestarles el servicio de salud en el país, el cual desde el primer minuto dio muestras de haber nacido mal y con el paso de los días y las semanas ha ido empeorando.

Es tal el desatino, que nadie le encuentra una explicación al hecho de que el ministro Jaramillo haya llegado a plantear hasta desobedecer las órdenes del presidente Gustavo Petro relacionadas con la estructuración del sistema para atender a los docentes.

“Después hacemos lo que el presidente dice”, fue su afirmación, que de lógica llena de inquietud y pone a pensar al país en si así será para todo dentro de los miembros del grupo que acompaña al jefe de Estado.

Ya que hablamos del equipo presidencial, el hasta ahora fallido sistema de salud de los maestros también comenzó a debilitar la cohesión del mismo y a provocar enfrentamientos, que igualmente dejan mucho que desear.

Hay, prácticamente, casada una pelea entre Jaramillo con su colega de Hacienda, Ricardo Bonilla y con el presidente de la Fiduprevisora, Mauricio Marín a quien le advierte lo siguiente: “si usted me echa la culpa a mí, yo le echo la culpa a usted”.

Frente a esta emergencia de un hecho impresentable como este, el presidente Petro debe asumir, primero su responsabilidad y, segundo, enmendar lo ocurrido echando para atrás todo lo actuado y mejorar lo que estaba antes, porque se está poniendo en riesgo la vida de pacientes y usuarios, al igual que cambiar de ministro de Salud que se quedó sin capital político al fallar en la misión encomendada, llegando a admitir que “si esto sale mal va a haber madera para todos”.

Y los congresistas y el país han quedado notificados del peligro que asecha ante una eventual reforma a la salud de los colombianos, que prácticamente recibió la estocada final luego del caos que invadió el proceso para instaurar un nuevo régimen para los profesores.


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