La reciente inauguración de la doble calzada en la carretera Cúcuta-Pamplona abrió un abanico de nuevos destinos turísticos para los cucuteños que ahora podemos visitar el sur del departamento sin invertir tanto tiempo en desplazamientos. Incluso los más novatos al volante, pueden lanzarse a la aventura sin tener que preocuparse por adelantar tractomulas que lentamente escalan la cordillera oriental por la Ruta 55.
Uno de los municipios con mayor potencial turístico es Chitagá. Sus paisajes montañosos albergan una biodiversidad inigualable. El páramo es una joya natural que, con su bruma característica y sus vastos campos de frailejones, ofrece una experiencia visual y sensorial que pocos lugares pueden igualar.Por lo que, transitar de Cúcuta a la Laguna del Salado a 3400 m.s.n.m estermina siendo como pasar del abrazo infernal del verano a la fresca caricia del invierno en cuestión de un par de horas.Un privilegio inigualable para los habitantes de Norte de Santander, altamente valorado por extranjeros habituados a climas estacionales y hostiles.
Sin embargo, es fundamental considerar los riesgos de un aumento desordenado del turismo en un ecosistema tan frágil.El páramo alberga especies endémicas sensibles a cambios bruscos en su entorno. Asimismo, el desarrollo turístico requiere un ordenamiento territorial que puede propiciar la deforestación para crear senderos, parqueaderos y otras infraestructuras. Así, una afluencia desordenada de turistas puede cambiar las dinámicas sociales y culturales, lo que conduciría a la pérdida de valiosas tradiciones y costumbres campesinas que caracterizan la región.
Hay que recordar que, en el siglo XVIII, Chitagá fue un importante centro agrícola y comercial, gracias a su fértil suelo y ubicación estratégica. Originalmente fue un asentamiento indígena por lo que su nombre proviene de un término chitarero que significa "Tierra de Labranza". Durante la época colonial, la región fue un punto clave en las rutas comerciales que conectaban el interior del país con la costa atlántica. En el siglo XIX, Chitagá fue escenario de la Guerra de los Mil Días y cuna del conservadurismo del departamento con la figura de Ramón González Valencia, presidente de Colombia en 1909. En los últimos años, Chitagá ha desarrollado la agroindustria, sobresaliendo el durazno como producto de exportación.
Buscando aprovechar el potencial turístico y mitigar su impacto, las autoridades locales buscan regular las actividades turísticas y los accesos a las maravillas naturales. Para que sean exitosos, estos programas deben involucrar a la comunidad local en la planificación y gestión del turismo de tal forma que existan mecanismo institucionales para proteger al ecosistema, a las comunidades y lograr que los beneficios se distribuyan equitativamente.
En la región ya existen emprendimientos turísticos con experiencia en conservación y sostenibilidad. Por ejemplo,la ambientalista Luz Marina Valderrama con su Rincón de Comagüeta avanza en una caracterización de aves de la región, en alianza con biólogos de la Universidad de Pamplona.Al mismo tiempo ofrece servicios de hospedaje, senderismo, avistamiento de aves y restaurante. Estas experiencias sirven como diagnósticos para sistematizar buenas prácticas e insumos esenciales para formular políticas públicas municipales adecuadas que atiendan a los conflictos emergentes por el aumento en el turismo en la zona.
Aprovechemos esta oportunidad para mostrar al mundo la belleza de nuestro páramo, siempre con un enfoque en la conservación y el respeto por la naturaleza. Así, aseguraremos que Chitagá siga siendo un tesoro natural para las generaciones venideras.Este es un llamado a todos los involucrados para que se unan en la noble misión de conservar este maravilloso ecosistema mientras se promueve el desarrollo económico y social de la región.
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