En las pasadas elecciones perdimos la posibilidad de empezar un verdadero y positivo cambio en Colombia. Sergio Fajardo es el hombre que hubiera podido ir empezando a enderezar el país, gracias, entre otras cosas, a su carisma y don de gentes. Era el único candidato no odiado por ninguno de los otros, el que respetaba a todos los demás, el más decente y honesto, el que tenía bien claro que la cosa debe comenzar con una verdadera y sana revolución educativa. Seguro, es por el sistema educativo que somos como somos, es la educación y formación la que construye o deforma al ser humano, y por ella es que somos así: gente a quienes nunca se nos ha enseñado a amarnos a nosotros mismos, y nos rematan diciéndonos que debemos amar al prójimo como a sí mismo. El sistema educativo no enseña al niño a pensar, en la práctica no nos forma en valores, ni ha tenido en cuenta el desarrollo de la creatividad del niño sino a “copiar todo igual a lo que diga el profe”. En la primaria y el bachillerato hemos perdido y seguimos perdiendo mucho tiempo y energías aprendiendo o memorizando un montón de materias que no sirven para nada en la vida real. Al estudiante no se le permite soñar, se nos enseña a ser obedientes y buenos corderitos, todo ha sido siempre muy cuadriculado, desde pequeñitos nos enseñan a ser competitivos, a “ser el mejor”, a tener , entre más tengas , más vales; esa es la premisa que de alguna manera patrocina la maldad, la trampa y la corrupción en el país, por eso la inmensa mayoría de los políticos hacen cualquier cosa para robar y poder valer más, para escalar más y poder robar más…sin importarles ni cinco a quien se lleve por delante. Nos recalcaron, y lo siguen recalcando que con “fuerza” hay que defenderse de los otros. El sistema de Antivalores que ha imperado, no nos forma para ser buenos seres humanos, que se conduelan con el dolor de los demás, ni para ser capaces de hacer buenas amistades. El egoísmo, la envidia (lo mío es mío y nadie me lo quita) son antivalores que de manera soterrada han estado presentes en la educación que se imparte en Colombia; la mentira, la competencia, la deshonestidad y la estupidez son otros que se deben extinguir. No nos hemos dado cuenta que cuando nos movemos con honestidad dentro de los valores con coherencia, acepto aprender a perdonar al otro, puedo vivir sin hacerme daño y sin hacerles daño a los demás. Esta revolución educativa debe empezar por la concientización y reeducación a los maestros, quienes también fueron educados dentro de la misma pedagogía y sistema imperante, ya que los muchachos necesitan educadores alegres, de buen genio y no care perros, que sean capaces de admirar y ayudar a encausar la rebeldía de los muchachos con amor y atención genuinas, porque de lo contrario seguirán con su misma metodología academicista, su prepotencia, y sus ínfulas de ser superior y el mandamás, que no coincide con la educación humanizante que requiere el cambio positivo que se plantea y necesita. Mientras la revolución educativa llega, como maestros démonos permiso de empezar este cambio positivo, armando combo con los padres de familia, haciéndolos participes de la tarea formativa con sus hijos, motivándolos con la interacción directa en sus actividades académicas, deportivas y lúdicas que con seguridad le dará muchas satisfacciones al ver su actitud como maestro, recibiendo sonrisas y gratitudes de sus alumnos y padres de familia, más la satisfacción personal de ir más allá de lo que le toca.
Muchas Gracias