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La aftosa: entre viral y política
Queda claro que no somos los únicos ‘indeseables’.
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Sábado, 1 de Diciembre de 2018

Al principio yo como que no entendía porque algunos calificaban a la fiebre aftosa como una enfermedad política, cuando todos los textos veterinarios la ubican como una enfermedad viral. Luego en el trascurso de mi ejercicio profesional, gremial,  público y empresarial termino entendiendo por qué a pesar de no existir la más mínima duda sobre su etiología viral,  esta enfermedad que aunque poco o nada ‘mata’, como si lo hacen por ejemplo las clostridiales que conocemos los ganaderos  como los temibles carbones, sí ha sido con ayuda política la ‘reina’ de cuantas enfermedades azotan a la industria ganadera colombiana y mundial. 

Por ejemplo su prima hermana, la estomatitis vesicular ( EV) con síntomas tan  idénticos  a  los de la de marras que hasta pruebas de laboratorio hay que realizar para diferenciarlas, deambula con absoluto desparpajo por todo Colombia  y aunque ustedes no me lo crean y a pesar de haberse desarrollado una excelente vacuna para prevenirla, es prácticamente imposible conseguir una dosis en el territorio nacional. Me acuerdo de mi abuela cuando decía: “Mijo es que  hay unas de azúcar y otras de panela”.

Otra de sus particularidades tiene que ver con la capacidad  para concentrar atención burocrática pagada en  dólares y en pesos. Por razones de espacio solo mencionaré: Organización Mundial de Salud Animal (OIE), Comisión Suramericana  para la Erradicación de la Fiebre Aftosa COSALFA y Centro Panamericano para la Fiebre Aftosa PANAFTOSA amén de uno que otro puestico en el ICA. De lejos es la enfermedad estrella de cuantas vigila la OIE. Y como para que ustedes dimensionen la capacidad política de esta enfermedad,  tendremos que recordar que Inglaterra tuvo que sacrificar durante la epidemia ocurrida en su territorio, en 2001, cerca de 9’000.000 de bovinos contagiados, cuyo valor ascendió a la ‘módica’ suma de 16.500 millones de dólares.

Ya en lo nacional las cosas con ese ‘polivirus’ no son menos extravagantes, con solo decirles que desde que  Hernán Vallejo Mejía logra, después de muchos años de gestión, convencer al legislativo y crear el Fondo Nacional del Ganado mediante la Ley 89 de 1992, los ganaderos nos dimos a la tarea de declararle la guerra  y finalmente en junio de 2008  la OIE  certifica a Colombia como “Libre de fiebre aftosa con vacunación”. Con toda responsabilidad quiero aquí decir que para lograrlo y a raíz de un desafortunadísimo brote en Sardinata, a solo unos días de la tan anhelada certificación,  el país  ‘vende’ a Norte de Santander a fin de obtener el codiciado status, declarándonos como “ Zona de Protección” y al mejor estilo de la Cartagena de la independencia quedamos ganaderamente ‘sitiados’ y a la mano de dios. Ni más ni menos y sin derecho a la defensa se nos condenó como los responsables de dar al traste con un esfuerzo billonario por controlar la temible plaga.

Hoy descertificado el país  y cancelados los  mercados externos de nuestra carne, queda claro que no somos los únicos ‘indeseables’. A esa lista de departamentos contrabandistas se le suman Arauca, Cundinamarca, Boyacá, Cesar y La Guajira. Para solo hablar de los ‘míos’ ¿será que los 19.814 ganaderos de Norte de Santander somos todos una manada de contrabandistas?  Dónde están el ICA, la Policía Fiscal Aduanera, la DIAN, el Invima o las secretarías de Hacienda y Salud? Como ven,  no solo las patas, las ubres y la jeta son las que sufren. Ha dado además  para tildarnos de delincuentes, asustar ministros y lo que es más grave: hasta para dividir la gremialidad ganadera nacional.

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