Probablemente una de las mayores satisfacciones de cualquier padre o madre consista en dejar un legado de pasiones o ideales que brinde sentido a la vida de sus hijos y, simultáneamente, les permita navegar las vicisitudes de la vida con solvencia económica. Este fue el caso del señor Eustorgio Colmenares Baptista, quien, siguiendo su pasión por la política y el periodismo, fundó en 1958 el Semanario La Opinión. Paulatinamente, este periódico amplió su tirada convirtiéndose en el principal diario de la frontera nortesantandereana, empleando a cientos de trabajadores y colaboradores comprometidos con el periodismo local de calidad. Los inicios del periódico coinciden con una época marcada por la violencia bipartidista, donde Eustorgio descubrió que el periodismo era una plataforma eficaz para proyectar sus valores liberales y expandir su pensamiento entre la beligerante opinión pública de la ciudad.
Empresas familiares como La Opinión representan tejidos únicos en el mundo empresarial, donde los negocios están imbuidos de valores arraigados y un fuerte sentido de identidad. El espíritu de Eustorgio Colmenares Baptista perduró y se extendió entre hijos y nietos. Son más de 60 años de historia y tradición donde las páginas del periódico se mantienen como espacios plurales que ayudan en la consolidación de nuestra imperfecta democracia. Mi reciente trabajo monitoreando la implementación del Acuerdo de Paz en el Catatumbo me permitió evidenciar su compromiso editorial informando oportunamente sobre los avances en dicha materia.
Es insoslayable destacar las múltiples lecciones de resiliencia en la historia de La Opinión: resistió el terrible asesinato de su fundador en 1993, en un crimen declarado de lesa humanidad que permanece impune; sobrevivió a un incendio en 2005 producido por un cortocircuito que consumió parte del techo en la Quinta Yesmín e instalaciones administrativas; y soportó valerosamente otras formas de violencia. Fueron más de 10 amenazas y ataques dirigidos a sus periodistas en los últimos 6 años. En septiembre del año pasado, tuvo que afrontar, nuevamente, amenazas contra la actual directora del periódico por atreverse a dirigir su empresa con dignidad, tal como le enseñó su abuelo. En un país con una impunidad tan alta, muchas veces los reportajes donde se exponen delitos y atrocidades terminan siendo el único atisbo de justicia que las víctimas pueden experimentar.
Recientemente se conoció que La Opinión dejará de ser una empresa familiar. Es una lástima porque las empresas familiares tienden a despedir a menos trabajadores, buscando proteger el valor afectivo que la familia ha invertido en la empresa. No obstante, siguiendo la tendencia global, el periódico pasará a manos de un grupo empresarial con capacidad financiera suficiente para transitar hacia los nuevos modelos de negocio de los medios de comunicación. En dicha transición debe prevalecer el legado humanista de los Colmenares para abrir una conversación sobre formas sostenibles y responsables de hacer periodismo desde y para la región. Que su ejemplo inspire a nuevas generaciones de periodistas a seguir adelante con valentía y convicción.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion