

Venezuela -que para Norte de Santander, La Guajira, Arauca y toda la frontera reviste gran importancia- tiene ahora a un Nicolás Maduro con ropaje de dictador y a Edmundo González que -como reconocido presidente electo- tiene que liderar las acciones en contra de la tiranía instalada allí.
Se dibuja un escenario similar al de cuando surgió la figura del interinato de Juan Guaidó, pero que en esta oportunidad sí tiene una fuerza más contundente por el haber participado González Urrutia en las elecciones presidenciales del 28 de julio y obtenido el 83,5% de los votos como lo demuestran las actas.
Tiene, entonces, la oposición venezolana un as en la manga para adelantar con más fuerza popular y contundencia judicial y política los procesos que conduzcan al cese de la usurpación y al logro de la libertad de esta Nación.
Edmundo González debe ser quien dé el estartazo para que los millones de venezolanos que lo respaldaron en las urnas se alineen a su lado y venciendo al miedo y la opresión que el régimen utiliza para intimidar, se vuelquen a reclamar el respeto de su decisión democrática expresada en favor del líder de la oposición.
Un ejemplo sobre la fuerza que le da a González el hecho de contar con apoyo ciudadano democráticamente tangible, es el contundente mensaje que desde su lugar en que se encuentra les envió a los militares y policías venezolanos desconocer al régimen madurista que estrenó un nuevo periodo que irá hasta 2031.
Maduro es acusado de no aceptar la derrota del 28 de julio y de violar la Constitución y las leyes para mantenerse en la Presidencia utilizando para ello métodos represivos y de persecusión, aparte de que ahora pretende hacer una reforma constitucional que resultaría favoreciendo a las fuerzas chavistas.
Aprovechando lo dicho por Edmundo de que a Maduro “no lo acompaña el pueblo”, porque él tiene como probarlo con las actas dejadas bajo custodia en Panamá, González no debe perder tiempo para que no se enfríe el ambiente y procure alcanzar la esperada transición.
Un factor que jugará a favor de la liberación del pueblo venezolano es el acto de posesión que logre hacer Edmundo González, puesto que psicológicamente impactará positivamente sobre ocho millones de personas que votaron por él y servirá de motivador para la lucha en contra del opresor.
Hay que admitir que el poder territorial y de todos los órdenes lo ostenta Maduro en Venezuela y que las movidas internas y externas que asuma Edmundo González para el rescate del país debe efectuarlas coordinadamente, con premura y mucho respaldo popular para debilitar las estructuras del régimen dominante.
La comunidad internacional siguió haciendo lo propio al elevar la recompensa en millones de dólares por la captura de Maduro y miembros de su círculo más cercano, mientras sigue siendo aislado y no descartándose que arrecien y se impongan más fuertes sanciones económicas.
Vale cerrar esta nota con la acertada afirmación de la líder opositora María Corina Machado sobre lo que representó la juramentación en el Palacio Legislativo, el 10 de enero: “Maduro no se puso la mano en el pecho, se la puso en el tobillo como un grillete que cada día le apretará más”
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