Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Editorial
También somos Colombia II
La historia será la encargada de responsabilizar las omisiones y fallas de los anteriores gobiernos, pero a la administración del presidente Petro hay que decirle que así como duele Palestina, el conflicto en Norte de Santander también lacera el alma.
Authored by
Image
La opinión
La Opinión
Lunes, 20 de Enero de 2025

Desde siempre, tanto en este mandato del cambio como en la mayoría de gobiernos anteriores, el Catatumbo no ha tenido ni el real ni el palpable control del Estado y, mucho menos, su atención debida a las inmensas necesidades que lo agobian.

La primera guerrilla en operar en esa región de Norte de Santander fue el Ejército de Liberación Nacional, llegando a ser incluso la sede principal de operaciones del cura Manuel Pérez, quien era el comandante.

Después llegaron las antiguas Farc, que asumieron el poderío en la región, pasando de tener un grupo alzado en armas a tres, con el Ejército Popular de Liberación.
En 1999 apareció el Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia, que al entregar las armas dejó también más organizaciones criminales como Los Rastrojos, después las Águilas Negras y posteriormente el Clan del Golfo o el también llamado Ejército Gaitanista de Colombia.

De las Farc, que firmaron el Acuerdo de Paz, surgió la disidencia del frente 33, mientras que del desmovilizado Epl un reducto mutó hacia Los Pelusos.
Los ataques a la  infraestructura petrolera, el manejo de los cultivos ilícitos y la producción de cocaína, el robo de combustible, el tráfico de armas, la extorsión, el secuestro y el hostigamiento a la población civil (con desplazamiento forzado, desapariciones, control social, confinamiento y reclutamiento) fueron los males que llegaron para quedarse en la rica, pero martirizada región.

Esa ocupación criminal del Catatumbo, que a 2023 tenía una población de 194.110 habitantes, por parte de los grupos violentos se fue dando sin que el Estado hubiera podido contener y conjurar ese avance y fortalecimiento.

La historia será la encargada de responsabilizar las omisiones y fallas de los anteriores gobiernos, pero a la administración del presidente Gustavo Petro hay que señalarle varias responsabilidades y decirle que así como duele Palestina, el horror del conflicto en Norte de Santander igualmente lacera el alma.

Es innegable que la  política de ‘Paz Total’, que parece estar cavando su tumba en el Catatumbo, permitió que tanto el Eln como la disidencia de las Farc crecieran y se hicieran fuertes tanto en hombres, como en armamento y en control territorial.

Los ceses del fuego, aunque persista el Ejecutivo en no admitirlo, les restó operatividad a la fuerza pública, mientras que la gente de la región no fue escuchada y las señales de que algo como la sangrienta guerra de hoy podía suceder, no supieron ser interpretadas y leídas por el Gobierno.

Esa espantosa cifra de los 80 muertos tiene que generar un costo político en la Casa de Nariño que desatendió, desoyó y le restó importancia a las alertas y alarmas sobre la tragedia que se estaba gestando y que también se salda con miles de refugiados.

En ese sentido, tiene toda la razón Enrique Pertuz, presidente del Comité Ejecutivo del Consejo Departamental de Paz y coordinador de la red de defensores de derechos humanos, de que la falta de respuesta del Gobierno puede llegar a constituir una omisión grave.

Perfectamente podría estarse tipificando una violación a la Constitución de 1991, en su artículo 189, sobre las funciones del presidente de la República en cuanto a restablecer y preservar el orden público en todas las regiones y en el aspecto de las inversiones.

Como el Catatumbo es Colombia, debería la Red Departamental de Defensores de Derechos Humanos de Norte de Santander demandar penalmente al Gobierno Nacional por no haber hecho nada para prevenir el baño de sangre, el desplazamiento forzado y la violación al Derecho Internacional Humanitario en la región.

Y lo más grave de todo es que esa pasividad también puede llegar a degenerar en  una escalada violenta en Cúcuta, Ocaña y otros municipios como efecto detonante colateral.

Presidente Petro: ¡El Catatumbo, Norte de Santander y Cúcuta somos Colombia. Gobierne, por favor, mire la catástrofe que estamos afrontando al desbordarse como un río embravecido el conflicto armado!    


Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion . 

Temas del Día