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Editorial
Salario de congresistas II
Colombia debe tomar ejemplo de países como Suecia donde sus parlamentarios no gozan de ninguna clase de privilegios especiales y el Estado no les asigna carro, por ejemplo.
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La opinión
La Opinión
Viernes, 3 de Enero de 2025

Hemos escuchado a los congresistas prometer que ahora sí se van a bajar los salarios como una forma de disminuir brechas y ayudar al ahorro fiscal, hablando incluso de extender el ‘apretón’ a las altas posiciones del Estado.

En campaña lo habían anunciado, faltando solo que lo hubiesen dejado escrito en mármol, pero como hemos visto todo quedó en palabras y nada más, porque todos los intentos se hundieron o quedaron a mitad de camino.

Hoy, los padres de la patria se ganan $48.420.046 mensuales, estando entre las asignaciones  más altas en comparación con sus colegas de España ($13.7 millones), Uruguay ($31 millones) y Argentina ($17.5 millones).

Para advertir la gigantesca brecha que hay frente a los demás colombianos, cuando en mayo del año pasado los legisladores obtuvieron el reajuste del 10,8%, el  Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana comentó que  ellos ganan más que el 99,4%  de los hogares.

Esperemos que en 2025 los senadores y representantes recuerden que la imagen del Congreso de la República no es de las mejores y en un acto de contrición admitan que llegó el momento de hacer un esfuerzo, sacrificio o como quieran llamarlo, pero lo cierto es que sí es urgente que ellos dejen de lado tantos privilegios.

Eso es inaplazable. No debe haber más dilación. Hay que hacerlo ya para demostrarle al país que llegar al Legislativo no es para subir de estrato,  alcanzar una abultada pensión en una sociedad tan desigual como la colombiana o disfrutar de camionetas blindadas y fabulosas primas.

Tienen que dejar las leguleyadas o las ‘jugaditas’ para que una iniciativa que les fije una nueva asignación mensual a los congresistas, con un recorte que debería ser del cincuenta por ciento, por lo menos, en esta oportunidad sí pueda encontrar la vía libre para su aprobación y aplicación. 

Negarse a hacerlo resultaría siendo una salida en falso para este poder público, cuyos miembros de ambas cámaras deben comenzar a dar ejemplo sobre la tan cacareada austeridad en el gasto público. 

En estos momentos en que el país registra problemas presupuestales y muchas obras y programas han quedado en el congelador o en riesgo de no ejecutarse, es indispensable que hagan su cuota de sacrificio, cuyo dinero ahorrado obviamente debe tener un destino lejos de sostener más burocracia.

Para que hagan valer su denominación de honorables padres de la patria no hay nada mejor que sacar adelante un proyecto de esas características que simbolizará la actuación de una clase política interesada en apoyar al país en medio de la difícil coyuntura fiscal que atraviesa.

Y si vamos más a profundidad, este momento servirá para que se abra un debate paralelo en torno al sistema fiscal, el control del gasto y sobre el propio tamaño del Estado, con el fin de empezar a trazar acciones en esos tópicos que también resultan esenciales para liberar recursos requeridos para atender las necesidades de la población.

Otro aspecto adicional que también se les cuestiona mucho y está directamente ligado a los ingresos de quienes hacen las leyes, es el ausentismo, el abandono de las sesiones y la poca o nula labor de muchos de quienes hasta en la plaza pública prometen que cambiarán las costumbres del Congreso, pero cuando llegan a sus curules, todo sigue igual. Ahí también falta mucho por hacer y es urgente avanzar en ello.

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