Los efectos del paro camionero que afectó al país generaron una serie de complicaciones en el sector de las importaciones, desencadenando desajustes logísticos con repercusiones económicas y de desabastecimiento ocurriendo en distintas ciudades del país. Los bloqueos en las principales vías impactaron directamente el transporte de carga, retrasando la descarga y la devolución de contenedores hacia los puertos y generando costos adicionales para los importadores.
Juan Fernando González, gerente de operaciones globales de Finkargo, advirtió sobre las implicaciones que los bloqueos tuvieron en la cadena de suministro. “La mercancía que llega a los puertos tiene un plazo limitado para ser nacionalizada y los contenedores deben devolverse en un tiempo específico. De lo contrario, las empresas enfrentan multas significativas”, explicó. Estos costos, que oscilan entre los 80 y 150 dólares diarios por contenedor dependiendo la naviera que los entregue, representan una carga financiera importante para los importadores, quienes enfrentan las consecuencias del bloqueo en las carreteras por cuenta del incremento en el precio del diésel.
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Para González, los importadores en el país se vieron atrapados en una situación compleja. Por un lado, los bloqueos impidieron la movilización de la mercancía desde los puertos a las zonas francas y otros destinos, lo que provocó demoras y acumulación de contenedores. Paralelamente, las navieras no tienen suficiente flexibilidad en la devolución de los contenedores en coyunturas nacionales como un paro de transportadores, lo que genera tensiones adicionales y sobrecostos. “El verdadero impacto para las navieras no es solo el costo de mantener el contenedor inmovilizado, sino la oportunidad perdida de reutilizarlo en otras rutas comerciales, particularmente en los corredores Asia-Américas y Asia-Europa”, señaló.
Este panorama no solo afectó a los importadores, sino también a sus clientes, quienes han adquirido compromisos de entrega que resultaron difíciles de cumplir. A raíz de esto, la incertidumbre generada por el paro introdujo un alto nivel de estrés en la cadena de suministro. “Cuando los contenedores se quedan en los puertos, las oportunidades de venta se pierden y los costos se disparan”, resaltó González. Si bien los bloqueos han ido disolviéndose, luego de que el gremio transportador llegara a un acuerdo con el Gobierno Nacional, la demanda de camiones para movilizar los contenedores aumentará exponencialmente a medida que las vías sean reabiertas, lo que terminará elevando aún más los costos de transporte.
Los operadores logísticos también se han visto afectados, ya que sus costos no son flexibles y cada parte debe asumir lo pactado en los contratos. Esta falta de adaptabilidad agravó la situación de los importadores, quienes muchas veces no tienen la capacidad financiera ni los recursos para reaccionar rápidamente y mitigar los riesgos de un paro. A esto se suman los costos adicionales por la acumulación de contenedores en los puertos y la presión por encontrar camiones disponibles una vez se normalice el tránsito del todo. Esta situación podría tener un efecto rebote en la ley de oferta y demanda ahora que el paro ha concluido, especialmente considerando la importancia del transporte de carga en el país, pues se estima que el 90% de los commodities —insumos básicos de producción— que se mueven en Colombia lo hacen por vía terrestre. Solo en 2023 se movilizaron más de 135 millones de toneladas de carga por las vías del país, de acuerdo con cifras del Ministerio de Transporte.
Con la conclusión del paro, las soluciones deben estar enfocadas en la recuperación del ritmo operativo, buscando un equilibrio utilitario para los proveedores, los clientes y los operadores logísticos —o freight forwarders—. La colaboración entre los diferentes actores será clave para agilizar el proceso de descarga y reducir los sobrecostos logísticos. Entre las propuestas pensadas para favorecer esta fase, se destaca la posibilidad de desembalar los contenedores en zonas periféricas a las ciudades que no suelen ser destinadas para la descarga, lo que podría descongestionar los puertos en tiempo récord.
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Otro punto clave en la baraja de soluciones implica que la DIAN congele los términos para la nacionalización de la carga mientras se normaliza el tráfico de mercancía en las próximas horas. “Congelar estos plazos es esencial para mitigar el impacto económico. De lo contrario, muchas empresas podrían enfrentar sanciones adicionales que afectarían su operación”, asegura González.
El paro camionero ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del comercio exterior ante este tipo de contingencias. Una propuesta previsiva a largo plazo, según González, pasa por establecer alianzas estratégicas que permitan a las empresas importadoras tener acceso a financiación o crédito para afrontar los costos adicionales derivados de este tipo de crisis. “Contar con alternativas de financiación es vital para que las empresas puedan mantener sus operaciones locales sin detener sus actividades comerciales internacionales ni verse forzadas a asumir estos gastos de su propio capital”, concluyó.
La crisis logística provocada por el paro camionero no solo afectó el abastecimiento inmediato de productos, sino que podría tener repercusiones a largo plazo en la economía nacional si no se logra implementar acuerdos permanentes. La coyuntura evidenció el impacto en los costos de importación y en la cadena de suministro, pues las empresas importadoras, que proveen a distintos sectores de la economía colombiana, acumularon pérdidas mientras los contenedores estuvieron retenidos.
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