
En una serie de conferencias sabatinas sobre temas históricos de la Tertulia Da Meriggio al Pomeriggico (Desde el mediodía hasta la tarde), que ya tiene varios años vigente, en esta ocasión vuelve a la palestra el doctor Rodrigo Llano Isaza con una conferencia sobre el Frente Nacional. De entrada, el conferencista inicia reconociendo a sus dos grandes gestores la voluntad de pacificar el país luego de la radicalización y violencia política, donde mataban colombianos hasta por el color de la camisa. Al referirse Llano Isaza a los dos artífices del Frente Nacional dice que el mérito está en la idea y la voluntad política de Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez en adelantar con sinceridad los acuerdos que luego los colombianos aprobaron en el famoso plebiscito de 1957.
La tesis de Llano Isaza es que al Frente Nacional hay que analizarlo mirándolo desde sus inicios y no desde el final hacía atrás. Quienes más tarde criticaron lo aprobado fueron combatidos con la famosa frase de Gilberto Alzate Avendaño: “Es más fácil ser historiador que profeta”. El historiador tiene a la mano los elementos de juicio, sólo tiene que analizarlos. El profeta tiene que calcular e imaginarse escenarios, pero no tiene certeza de nada. Es muy fácil criticar cuando ya se conocen todos los hechos, otra cosa era buscar una fórmula y tratar de hacer viable un país desangrado por la violencia y los odios partidistas. Pero el experimento funcionó. Tan solo que, dicen algunos, se sacrificaron los principios de los partidos políticos y pasamos a preocupamos por el reparto milimétrico de la burocracia en todos los niveles.
Otras malas lenguas, o chistosos, dicen que la fórmula pactada no fue un liberal, un conservador, un liberal, otro conservador. Sino que se pactó un Lleras, un conservador, otro Lleras y un conservador. Es decir, Alberto Lleras Camargo y luego Guillermo León Valencia; Carlos Lleras Restrepo y luego Misael Pastrana Borrero. Pero hacía falta una jugadita. En 1974, cuando terminó la alternación, los “delfines” que no tuvieron cabida esos dieciséis años nos los pusieron para que votáramos por ellos: Álvaro Gómez Hurtado, hijo de Laureano Gómez Castro; Alfonso López Michelsen, hijo de Alfonso López Pumarejo, y María Eugenia Rojas, “La Capitana”, hija del teniente general Gustavo Rojas Pinilla. Ganó Alfonso López Michelsen.
En Colombia hay varios antecedentes del Frente Nacional, pero el más conocido fue la elección en febrero de 1914 como presidente de Colombia del conservador José Vicente Concha (1914-1918), apoyado por el jefe del bloque liberal Rafael Uribe Uribe, quien expresó que era “la primera vez en el mundo que un partido político vota por su contrincante para buscar la paz”. Pues parece que esta alianza no le gustó a muchos jefes conservadores y a los inquilinos de la santafereña esquina suroriental de la carrera séptima con calle 10, porque ocho meses después, en octubre de 1914, sucedió el atentado que le arrebató la vida a Uribe Uribe.
Esto del Frente Nacional, además de historia política o de historia del constitucionalismo colombiano, es cultura general, y hay varios libros que recogen la experiencia y analizan el tema: El frente Nacional. Su origen y desarrollo, de Camilo Vázquez Carrizosa; Historia crítica del Frente Nacional, de Alfredo Vázquez Carrizosa; Por qué y cómo se forjó el Frente Nacional, de la Cámara de Representantes, El Frente Nacional, de Mauricio Plazas Vega, y Reivindicación histórica del Frente Nacional, de Vladimiro Naranjo Mesa.
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