
Aunque se advirtió de todas las formas el riesgo de que Cúcuta se volviera parte del “territorio de paz” del Catatumbo, la prensa, opinadores, académicos y políticos alabaron el proceso de paz del Nobel, donde entregaba el Catatumbo con el cuentico de hacer de él un “territorio de paz”. El Nobel logró, vía mermelada, un fuerte apoyo a esa entrega de la frontera con sus nuevos mejores amigos del cartel de los Soles e hizo que hablar en contra de ello marcara al contrario como “enemigo de la paz”, “uribista paraco” o simplemente mentiroso, aunque ser acusado de mentiroso por parte de un mitómano como Juan Manuel Santos, es un elogio.
El petrosantismo logró llevar a la presidencia a Gustavo Petro, quien volvió la paz un asunto “total”; todo tipo de grupo criminal organizado tiene carácter de actor político con capacidad de negociar en igualdad de condiciones con el Estado, incluyendo disidencias que supuestamente quedaban por fuera de la paz, llegando hasta a hablar con disidencias de las disidencias. A ello le sumó maniatar a las fuerzas militares y de policía, nombrando a un personaje como Iván Velásquez, claro “amigo” de los violentos, quien lo ha hecho con entusiasmo.
En el Catatumbo no hay guerra entre el Estado y los grupos de delincuencia organizada, sino entre esos grupos, buscando el control de un terreno que es hoy central geopolíticamente por el oxígeno que le puede dar a la dictadura chavista y donde los narcóticos son el producto de exportación distintivo. El ELN está actuando como una especie de milicia chavista o “colectivo” que funge como controlador de cualquier levantamiento de la ciudadanía venezolana fronteriza y como “comandos” de captura de disidentes de la dictadura en Colombia. Algunos aún preguntan si Venezuela es un riesgo a la seguridad del hemisferio; añádale que en Venezuela están actuando yihadistas islámicos proiraníes.
La prensa cucuteña que hizo panegíricos al “territorio de paz” del Catatumbo, ahora sufre la inseguridad de vivir bajo el control de esos grupos. Como se advirtió en su momento, esos grupos no se iban a quedar en el Catatumbo sino que buscarían tomarse el área metropolitana de Cúcuta, lo que ahora está sucediendo.
¿Y donde está el Estado? El ministro del interior, parte importante en todos los “procesos de paz”, pide a los criminales que detengan “el baño de sangre” en el Catatumbo; recuerdo las épocas cuando el Estado perseguía a los delincuentes y recuperaba la tranquilidad en el territorio nacional, no les pedía que se comportaran. Pero como en Colombia caímos en la lógica del Progresismo que busca que el Estado sea todo, menos que tenga el monopolio de las armas, ahora pagamos la factura.
Los procesos de paz del Petrosantismo lograron hacer del Catatumbo una versión americana de la Franja de Gaza e Israel ya mostró lo que cuesta eliminar una “región terrorista”. Y si se mantiene la dictadura chavista en Venezuela, las cosas solo se agravarán; ELN-chavismo es una unión total y ambos tienen en la mira a Cúcuta. En Cúcuta como en Venezuela, votamos contra el Progresismo Petrosantista-Chavista, pero este nos fue impuesto por los progresistas del interior. Por eso es necesario descentralizar a Colombia. Es posible que el ELN le esté haciendo la “vuelta” a Petro de crear “conmoción nacional” que le permita legislar por decreto, ahora que se ve un Congreso en contra. El ELN haciéndole la vuelta a sus mentores.
Tocamos fondo en cuanto a seguridad se refiere y eso se va a reflejar necesariamente en daño económico grave. El éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano, decía John Kennedy. No veremos a los defensores de la paz a cualquier precio haciendo un mea culpa; sacaran la versión santista que el proceso de paz fue “torpedeado” por la ultraderecha colombiana. Sigamos creyendo en lemas petrosantistas y el “conflicto” del Catatumbo se enquistará en las calles de Cúcuta y Colombia camino al chavismo.
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