Noah Harari en su obra ‘Sapiens’ dedica un capítulo al ‘Descubrimiento de la Ignorancia’, para demostrar que la prosperidad europea derivada de la conquista de otros continentes a partir del siglo XVI se acompañó también de curiosidad y estudio, generando crecimiento, tecnología e industria, es decir, ventajas comparativas frente al resto del mundo.
América Latina siempre fue rezagada, al punto que sigue en la periferia del capitalismo internacional, con brecha inmensa, porque el conocimiento crece exponencialmente en los países industrializados, mientras avanza con lentitud en naciones tercermundistas. Todo por falta de conocimiento, o de educación.
Siempre creí que una prioridad de Petro sería la transformación de la educación. Un país que no tenga un enfoque claro de la educación, se niega un mejor futuro. Según la Constitución, se trata de un derecho fundamental para asegurarles a todas las personas el acceso al conocimiento, la ciencia y la tecnología, así como a los demás bienes y valores de la cultura.
Su finalidad individual busca el pleno desarrollo de la personalidad y, colectivamente, el respeto a los derechos y libertades fundamentales. ¿Estamos satisfechos con el sistema educativo?
La semana pasada se anunció la insuficiencia de recursos del ICETEX. Esta entidad fue creada en 1950, no para resolver problemas estructurales de la educación, sino para otorgar crédito educativo y estudios técnicos en el exterior. Ahora bien, el ideal no es encontrar crédito para estudiar, sino que el Estado brinde la oportunidad sin que el estudiante se endeude, como ocurre en Francia, Alemania u Holanda.
Por la crisis fiscal, el ICETEX coloca en riesgo a 200 mil personas que deben renovar su crédito para estudiar en 2025. En principio, parecen no afectarse los estudiantes cuyos créditos se respaldan con recursos propios, pero sí aquellos cuyos subsidios se financian por el Estado con el billón de pesos que debe girar el Ministerio de Hacienda, entidad que condiciona el traslado a la aprobación de la Ley de Financiamiento. Sin duda, más presión y chantaje que verdad.
Sabemos que en Colombia la educación ha evolucionado no como un derecho fundamental sino como mercancía. En las universidades privadas, disfrazadas de organizaciones sin ánimo de lucro para no pagar impuestos, los costos de cualquier carrera son exorbitantes. No es tan difícil buscar la prevalencia del Interés General, o sea de la educación pública, entendiendo la necesidad de hacerle cirugía, dadas sus múltiples distorsiones. Y todo, sin golpear la educación privada.
En la reciente Reforma Estatutaria a la Educación, el gobierno Petro se enfocó en dos problemas estructurales: la cobertura y la prevalencia de la educación pública. En general, el articulado es positivo, aunque se nota el propósito de debilitar la educación privada, casi hasta desaparecerla, como visión radical socialista. En el fondo, una educación pública prevalente y una educación privada complementaria pueden subsistir.
El presidente Petro, en visitas al Catatumbo, La Guajira, y el Amazonas, ha hablado de crear universidades públicas. Más que soñar cobertura populista, el problema real es qué se enseña, y para qué. Cualquier país que se respete, según su censo poblacional, sabe cuántos médicos, odontólogos, biólogos, abogados, agrónomos, ingenieros, o panaderos necesita por cada mil habitantes, a fin de no desperdiciar ni brazos ni inteligencias.
Dejar que se haga mercantilismo, y que las carreras se pongan a la moda, para tener sobredosis de administradores, contadores o abogados, y ver luego a jóvenes profesionales en desempleo, más que un engaño, es una agresión al futuro del país. Las universidades públicas y privadas deberían ser sancionadas por no garantizar espacios laborales a los egresados.
Peor aún es el desprecio por el talento propio. Nueva York, París y Londres comenzaron su metro-subterráneo en 1902. Pasados 120 años, con mucha mayor tecnología y cerca de 30 facultades de ingeniería civil en el país, son los chinos los que construyen la primera línea en Bogotá. Qué ironía.
En infraestructura, y en todas las áreas, la educación debe entrelazarse con la productividad y el empleo. Sólo así se superan la dependencia y el subdesarrollo.
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