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Obituario con un pero
Sin más peros de mi parte, le deseo una feliz eternidad.
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Sábado, 14 de Diciembre de 2024

Señor Alain Delon,  buen viento, buena mar y buen amar en el Walhalla en que se encuentre.

Soy Nacho, chihuahua de profesión,  o sea, congénere de Loubo, el perro pastor belga que suscribió con sus hijos el comunicado que dio la  noticia de su muerte.  Mi tercermundista sentido pésame para su entorno.

Se conocían de vieja data. En charla con Paris Match, había anticipado que si moría primero le pediría a su veterinario que le regalara la eutanasia a Loubo para que vivieran juntos la vida más allá de la vida.

“Prefiero eso a saber que morirá de pena sobre mi tumba”, dijo entonces. “Lo quiero como a un hijo”, agregó.

Se amaban como se ama a “La mujer de al lado”,  la película de Truffaut que interpretó su colega Depardieu. Ese papel era suyo.  Se necesitaban. Eran alfiles del mismo color. Partían una insulsa magdalena de Proust o una  baguette de esas que decoran el sobaco de los franchutes.

Estaban condenados a parecerse el uno al otro al final de sus días. “Estando los dos estaban todos”, se currucuteaban día y nochemente.

Le confieso que la reacción que más me emocionó a su muerte fue la de mi amor platónico la nonagenaria BrigitteBardot, dos años mayor que usted. BB escribió a mano su propio obituario. Mi mascota Domínguez se puso celoso cuando leyó: “Alain fue un embajador de la elegancia, del talento, de la belleza… Pierdo un amigo, un alter ego, un cómplice. Compartimos los mismos valores, las mismas decepciones, el mismo amor por los animales”.

El presidente francés, Emmanuel Macron,  afirmó que usted “hizo soñar al mundo. Prestó su rostro inolvidable para poner nuestras vidas patas arriba. Melancólico, popular, secreto, era más que una estrella: era un monumento francés”. Una torre Eiffel de carne y hueso, digo yo.

Gilles Jacob, expresidente del Festival de Cannes, aseguró que su educación  fue “un león majestuoso, un actor de mirada de acero. Lo concibió todo y lo controló todo: menos el final”.
Hasta aquí vamos muy bien.  Pero como no soy escaparate de nadie le cuento que no  me gustó la herejía de “eutanasiar” a Loubo. Es el único pero que le pongo a este canino adiós.

Mi mascota  y yo hemos hecho un pacto de no agresión: yo lo trato como el bípedo que es, y  él me da el tratamiento de cuadrúpedo que me merezco. Y nos moriremos cuando nos llegue el turno. Entierro aparte para cada uno.

En este sentimiento de respetar la vida de Loubo me acompañan sus hijos Alain-Fabien, Anouchka y Anthony.  Y la Fundacion Brigitte Bardot.  "No se preocupen por Loubo. Tiene su hogar y su familia  quienes cuidarán de él”, se lee en el tranquilizante comunicado de la Fundación.

Sin más peros de mi parte, le deseo una feliz eternidad… Nacho, el chihuahua.

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