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Los pinos
Es todo un espectáculo. La delicia del clima y el tapiz de suaves hojas invitan al descanso
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Viernes, 24 de Enero de 2025

Ya se puede traer de Ocaña como regalo para los amigos o como souvenir el tradicional aguardiente de tienda “bolegancho”, llamado así por ser una bebida artesanal confeccionada en el monte. Por su origen se le conocía también como rastrojero, tapetusa, chirrinchi, michi y tres brincos. Ahora viene en sabores de sabajón, café, maracuyá, con coca para aplicar en las articulaciones, y el especial “doble sim card”.

Y tiene estatus; ya no es perseguido por las aduanas; se vende en almacenes, presentado en botellas de colores, con etiqueta y todas las garantías legales. Ah, eso sí: la rasca loca también está garantizada. (Cuando fui fiscal especializado delegado para la Policía Nacional y el Gaula, en una novena de aguinaldos me dio por ofrecer el día que le tocó a mi despacho, una garrafa de bolegancho.  Mis policías se entusiasmaron tanto que temí se agarraran a plomo).

Bien: pero fuera del bolegancho, en Ocaña y en los pueblos cercanos hay un potencial turístico inestimable. Por ejemplo, en esta oportunidad de visita por los primeros días de enero, con mi familia, fuimos a conocer un estupendo mirador en La Playa de Belén, en una pequeña altura, saliendo del paisaje pétreo Los Estoraques: se trata de Los Pinos.

Tomando una carretera de placa-huella se llega a una cima coronada por una planicie de unos 10 mil metros cuadrados. Cierto campesino proyectó una plantación de árboles maderables, mas escogió una especie de pino que no es rentable. De todos modos, el resultado fueron unas filas de pinos que forman calles perfectas que se pueden ver desde cualquier ángulo.

Es todo un espectáculo. La delicia del clima y el tapiz de suaves hojas invitan al descanso. En suma, no hay mejor lugar para el relax y la paz. En mi concepto, el sitio compite con cualquier paisaje hermoso del mundo. 
Por supuesto, en el mismo municipio no faltó la entrada a la casa de don Álvaro Navarro, en la vereda La Labranza, en pos del arequipe campesino que él fabrica allí, ya que en Ocaña se agota rápidamente en un solo sitio de venta. 

Unos me han preguntado que qué hay por ver en Ocaña y los pueblos aledaños, y a otros les he oído decir que allí no hay nada de interés. 
Pues les respondo a unos y otros que si tienen verdaderas ansias de conocer y descubrir deben disponer de tiempo suficiente. Por encima les menciono, en el propio Ocaña, los dos museos, los bellos retablos de todas las iglesias, el paraje del Agua de la Virgen y el imponente Cristo Rey; en La Playa de Belén, Los Estoraques y Los Pinos; en Ábrego, Piedras Negras, La Represa y el Pozo del burro. 

Los dos museos de Ocaña se han enriquecido con nuevas salas. En el “Antón García de Bonilla” me llamó la atención la del homenaje a la arepa ocañera. Se presenta un magnífico video y cuadros con el proceso de su elaboración, con magníficos texto oral y escrito, y hasta poético cuando hablan de que la masa se extiende sobre una superficie vegetal. Entiéndase, hoja de plátano.
En el museo de la Gran Convención se reunieron todos los documentos del evento, depositados y presentados en atractivos pupitres.

Finalmente, debo manifestar mi decepción con la falta de iluminación navideña del parque 29 de mayo y de otros sitios importantes. Así no se motiva el turismo.


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