
Una historia para empezar. Una señora venida de Chinácota, mi suegra para ser exactos, interrumpió la reunión familiar a la cual habíamos citado para celebrar el cumpleaños de su hija, para vender de café en grano tostado y empacado en bolsas plásticas, cultivado en su parcela. No contenta con ello y habiendo cambiado la programación prevista para el festejo, hizo la demostración de cómo con una máquina casera y simple se podía proceder a moler el café. No le dimos tiempo que colara café y ofreciera tintos para no caer en el lugar común de degustar esa bebida aquella noche que, como dijo alguna vez una reina de belleza en una entrevista cuando le preguntaron dónde se daba el café, contestó con absoluto desparpajo “en los velorios”.
Esta anécdota nos lleva a conocer de otras historias, las cuales cuentan que el café tuvo su auge entre nosotros gracias al sacerdote Francisco Romero -en el siglo XIX- la penitencia impuesta en la confesión consistía en sembrar matas de este grano en Salazar de las Palmas que luego se convirtió en el primer municipio exportador de café. Después decayó por múltiples factores: la guerra, los cambios climáticos, falta de buenas vías, los cultivos ilícitos y la broca. Otras regiones del país se apropiaron de la siembra del café, en especial Antioquia y sus departamentos vecinos.
Desde hace varios años ha ocurrido el resurgimiento de este cultivo y se sabe que en 36 municipios de Norte de Santander están estas siembras a cuya cabeza se encuentran Arboledas, Cucutilla, Salazar, Toledo, San Calixto y Lourdes, según informa la Federación Nacional de Cafeteros. En Ragonvalia se cultiva café de alta calidad que ha sido premiado en varios concursos. Se trata de múltiples y pequeñas extensiones de unas pocas hectáreas donde los caficultores han creado microempresas privadas para efectuar el proceso de recolección, molienda y empacado para venderlas en el mercado local, tal como es el empeño de la suegra.
Para destacar está el hecho que al menos el 20% de esos caficultores en el nuestro departamento son mujeres que se han dedicado a esta tarea y han asumido el liderazgo para sacar adelante esta actividad. Se sabe que la geografía de Norte de Santander es propicia para este cultivo dada la variedad de pisos térmicos, que junto al de otros lugares ya tienen un mercado internacional en América, Europa y lugares más lejanos como Australia y Corea del Sur.
En el siglo pasado se nos habló con insistencia del monocultivo haciendo referencia al café que como bien se ha aclarado, en aquellas épocas era más apropiado hablar del principal producto agrícola para la exportación y su importancia radicaba que el capital invertido allí era netamente nacional y las ganancias se reinvertían en el campo. Hoy los pequeños caficultores ofrecen fuentes de trabajo e impulsan la economía de las regiones donde sus fincas estás dedicadas a esta actividad.
Además, el consumo moderado de café se sabe tiene un efecto protector y reduce el riesgo para padecer enfermedades cardiovasculares, lo cual ha sido demostrado ampliamente en estudios clínicos publicados en muy reconocidas revistas médicas internacionales.
En casi todos los pueblos de Norte de Santander se consiguen empaques de café de allí mismo. La invitación por tanto es a consumir nuestro café, porque es de aquí, porque empuja la economía local, ayudamos a estos emprendedores y por salud.
jorgepabonl@yahoo.com
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