“Cuando más conservadoras son las ideas, más revolucionarios son los discursos”, Oscar Wilde.
Arnold J Toymbe en el Estudio de la Historia dijo que esta se desarrolla en ciclos. A un ciclo de anarquía, le sucede un ciclo de orden, pues cada seis décadas hay un cambio social.
A finales del siglo pasado, en el año 68, cuando nosotros los de la generación de prohibido prohibir, consagramos la igualdad total; anarquizando, destruyendo y marchando juntos los obreros y estudiantes de todos los géneros, iniciamos este último ciclo de la Conservatizacion del mundo occidental y parte del oriental, simultáneamente con las jornadas de París. Y ahí vamos.
Pasadas cinco décadas China acabó de entrar al mundo conservatizante y en el 2005 amarró a Chile con mucho éxito. Ahora en 2020 se involucró con la Unión Europea su mayor socio comercial y continúa en la idea al entenderse con los Estados Unidos de Trump jugando a los acuerdos bilaterales soslayando la OTAN y el tratado de libre comercio con América del Norte.
En el pasado entre la Revolución Francesa y el nacimiento de nacionalismos de Bismarck pasaron sesenta años que con su eslogan “la política es el arte de lo posible, de lo alcanzable, o el arte de los siguientes” construyó el imperio con cuatro reinos, seis ducados grades y cinco pequeños, siete principados, tres ciudades hanseáticas libres, y un territorio imperial hasta la república de Weimar. Vino la industrialización y con ella el sindicalismo y el socialismo.
Bismarck se asustó y logró aprobar la ley de excepción que puso fuera de ley los sindicatos, se clausuraron 45 periódicos y se arrestaron los sindicalistas.
Entendió el mensaje anarquista y para paliarlo se inventó el seguro de accidentes y el social, el sistema pensional a trabajadores mayores de 70 años, con aportes del estado, los trabajadores y de los patrones. “Así nació el Estado del bienestar” y se cohesionó Alemania.
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