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El destino es un sembrador de hazañas
Aunque Átropos puede ser cruel al cortar vidas, las otras Parcas revelan las causas espirituales de los acontecimientos.
Lunes, 15 de Abril de 2024

Una leyenda relata que el destino está regido por Las Parcas: Cloto, sostiene la madeja del tiempo, Laquesis trenza sus hilos de colores y, la cruel, Átropos, cuando se aburre, alarga su tijera y corta el de la vida.

Pueden ir, simultáneamente, del mundo visible al inteligible, porque tienen espejos universales para ver ausencias y recuerdos, buscar las sombras de lo que fuimos y guardar nuestros secretos en el viejo baúl del alma.

Hacen calle de honor al viento que corre por los árboles, conversan entre ellas y nos van asignando espacios, comienzos y finales, y definen la distancia a esa estrella única -e íntima- a la cual volveremos un día.

Y atisban los sueños, los triunfos, los fracasos, lo que nos distingue para bien, o para mal, y, así, deciden nuestra longevidad, con su ancestral costumbre de no decir nada, sino obrar con la autoridad elemental de la omnipotencia.

Están en vigilia eterna y, a pesar de Átropos, las otras nos enseñan las causas espirituales de todo, escritas y selladas en un pergamino que anuncia a los peregrinos si caminan -o no- un poco más por su imperio.

A veces fingen tener sueño para distraernos o se divierten con los colores que va enhebrando Cloto, con la paciencia de Laquesis al bordar y, sobre todo, con la sorpresa que va a dar Átropos, desde su tristeza.

Es el espectáculo del destino al descorrer un velo de soles y de lunas para mirar el horizonte azul, con esa reverencia que lo inspira a imaginarse, a sí mismo, como un sembrador de hazañas en el corazón de los humanos.

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